lunes, 1 de agosto de 2011

LO conocí la noche de graduación. Llegó con unos compañeros de clase: Roxana, Miguel y el gordo Paul. Se acercó a mí siendo las 2:00 A.M. Me pidió muy cortésmente la mano para bailar la pieza “I'll always be right there”. En ese momento no se me ocurrido decirle “no” pues era el más atractivo del lugar. Este atractivo radicaba principalmente en esos enormes ojos azules y esa mirada tan tierna que me incitaron a levantarme en donde estuve sentada por horas. Francamente fue mi primer baile de la noche. ¡Eres la más hermosa de tu graduación!, fueron sus primeras palabras dirigidas hacia mí. En sus labios sonaba como una suave melodía que acompañada del ritmo de la música, me produjo sensación de conmoción y curiosidad por conocerlo. ¡Adivino cómo te llamas!, ¡así!, ¡¿cuál es mi nombre?! Le pregunté. Supo mi nombre, no me dijo como lo sabía, dejándome con la intriga esa larga noche. ¡Ven conmigo!, no apenas te conozco, le dije. Entonces seguimos bailando.
Fue la primera vez que tome en exceso. No quise medirme como solía hacerlo por dar gusto a mi Padre, pero el grupo con quien fui esa noche y al cual era parte, era el más gastador de dinero y la ocasión lo ameritaba. Entonces al momento de bailar con el sujeto extraño me encontraba en cierto grado alcoholizada. Luego por efecto de las copas que me ofrecía, me dejé llevar por las hermosas palabras que seguía articulando y por su mirada penetrante que me dejaba sin razón. ¡Eres tan apuesto!, no suelo decir estas cosas pero me has impactado (se lo dije como un piropo), el cual me lo agradeció. Tú nombre, ¿Cuál es?, le pregunté. Me llamo Rayan Cole, respondió. El apellido se me hizo conocido por lo cual le pregunte si tenía alguna relación con el señor Rolando Cole Lecca (El dueño del aeropuerto más importante del País “Aeropuerto internacional de Sipney – Australia”), lamentable mente soy su hijo, me dijo con gran nostalgia. Deseo una vida increíble la cual no esté sujeta a cosas materiales, pronunció; hizo una pausa y siguió hablando, tu Reyna eres la elegida a quien he buscado y a quien he observado durante estos años. Me dio miedo, mi cuerpo se estremeció y se aceleró mi pulso. ¿Estaba acaso en frente de un hombre obsesionado conmigo?, pensé. Entonces dejamos de bailar y me dirigí a sentarme, pero antes volteé para visualizarlo en donde esté, pero se esfumo así como ¿Un ángel?
A la estrada principal subió el director de escuela quien empezaría los discursos de la noche, pero nadie se imaginó que sus palabras iban a ser tan distintas a la ocasión, no se me olvida lo que dijo: Lamentablemente unos compañeros suyos sufrieron un accidente en la carretera al intentar llegar a celebrar esta graduación. Los tres murieron, miguel, Paul y Roxana. No me cabía en la cabeza creer lo que acababa de escuchar de una persona muy sería, simplemente no creía. En la entrada de la fiesta me cruce con ellos y con el extraño de nombre Rayan Cole. Al verme Roxana y el gordo me saludaron, me sonrieron de lejos. Cabe decir que Miguel me llamo esa tarde a mi celular en un tono molesto, sin explicaciones de su actitud y con un adiós en su vida. Por ese motivo pensé que ni siquiera volteó a verme. Pero ahora lo que acababa de vivir no era real, ellos nunca llegaron a la graduación puesto que murieron en la carretera. Me desmaye en ese instante.
Qué bueno que ya has despertado (me dijo mi mejor amiga y vecina Valeria Chiroque mientras conducía mi auto hacía mi casa). La noticia como a todos nos ha sorprendido y lo último que pude escucharle decir fue: una noche especial se ha convertido en una noche inolvidable. Mis sentidos en ese momento solo se enfocaban en la imagen vivida de mis tres compañeros y él.
Estando en casa prendí mi laptop y navegué en la web para investigar lo relacionado a la familia Cole Lecca. La sorpresa fue ver que su nombre se encontraba en una lista de personas desaparecidas y que data del año 2002, cuando aún niño en un viaje por América del Sur, Macchu Picchu – Perú, se separo de su madre y sus rastros simplemente desaparecieron. En esta página y en otras de carácter serio ofrecían una millonaria recompensa por parte de la familia, por encontrar a su pequeño hijo. Mi padre entró a mi cuarto con un jugo de limonada, Me dijo: esto te quitará la borrachera más rápidamente. No estaba molesto, quizá comprendió que la situación lo ameritaba. Entonces me acosté sobre mi cama. No pude dormir, me daba vuelta la cabeza y la imagen seguía ahí. Recordé entonces la tarde que me llamó Miguel. En ese momento de la llamada me encontraba eligiendo un vestido para la noche, como siempre todo a última hora, cuando me dijo: Búscate a otro para el baile de esta noche, me decepcionas, adiós de mi vida. No entendí, pero decidí ir sola, no quería perderme un día especial.
Miguel Loa era el chico más parecido a una pareja que he tenido en estos 18 años, y digo más parecido porque nunca tuve uno y nunca acepte ser su chica. Él era un hombre reservado, educado, amable, con cierto aspecto misterioso, dándome a veces la impresión que escondía algo; y yo la chica popular, asechada por los “grandulones”, pero con los pies bien puestos sobre la tierra. Algo que no podía ser bien visto por el grupo que me rodeaba, un grupo que podría tomar esta decisión como traición y cobrarla con sangre. Por ello nuestros encuentros eran clandestinos y en un plan amical. Nuestro último encuentro se dio en Blue Mountains, viajamos varios kilómetros con un motivo diferente de lo que me imaginaba y con una revelación que me haría en aquel lugar. Revelación que no pudo darse porque él así luego lo decidió. Nuestro viaje no fue emocionante, contemplamos el hermoso paisaje, nos agarramos de las manos, pero guardó cierta tristeza a su regreso con lo necesario para armar una fogata. A veces es mejor no decir las verdades, me dijo Miguel mirándome a los ojos. A veces es mejor decirlas y más aún a alguien en quien confías, y esa soy yo. Le retuve la mirada por unos segundos esperando una respuesta, pero él me la esquivo y cerró sus ojos. No entendí nada y me quedé con cierta curiosidad. Al pararnos para el regreso, con cierto fastidio me preguntó si lo aceptaría al fin como novio, yo le respondí entonces que estaríamos muertos para ese día. ¡Déjalos!, Michael, Sheila, Danielo, Kusimoto, Harold, Rous y Dabada. ¡No podrán con el fuego de nuestro amor!, bueno si tú también me amas como yo, Reyna. Simplemente no pronuncié palabra alguna. Bajamos del auto afuera de mi casa, me repitió que sentía por mi amor y que la noche de graduación es un sueño para él, y esperaba con ansias esa fecha para hacerlo realidad, bailar a mi lado todas las piezas. A pesar de ello no entendía porque se decepcionó de mí. Solía decirme que nuestras vidas marcaban un mismo destino, y por ese motivo no me dejaría jamás. Miguel era de descendencia Gitana de quienes aprendió la lectura de manos. Leyó una vez en ella la corta vida que tendría y el gran amor que encontraría (para él su amor era yo).
Tras el recuerdo de Miguel, siguió el de aquel extraño sujeto Rayan Cole. Eran tan cálidas sus manos, tan real, tan palpable que podría apostar que estaba frente a alguien de carne y hueso. Ese sujeto no era una aparición, aquel si estuvo presente y si existe. ¿Quién eres Rayan Cole?, ¿que buscas de mí?, ¿qué hacías con ellos?, ¿qué hay detrás de todo esto?, me preguntaba la noche de mi graduación.





Al día siguiente se realizo en la universidad una misa de despedida en memoria de nuestros tres compañeros. La ceremonia empezó a las 11:00A.M. Al costado de los restos de Miguel se encontraban sus familiares. Su madre la Sra. Jennifer Rivasplata una mujer caritativa, involucrada siempre en obras sociales, que ayudaba a jóvenes con problemas familiares. Bien me vio se dirigió a mí y me llamo para un costado porque tenía que decirme algo importante. Entonces al hablarme me dijo unas palabras en clave que no logre descifrar: tu sangre o la oscuridad infinita. Apareció un familiar suyo y la retiró de mi lado.
Al terminar la misa vi estacionado un Lamborghini Gallardo GTR. Supe entonces que me esperaban “los Ángeles Negros”, el grupo más siniestro que he podido conocer. Dabada movió su cabeza dándome una señal indicándome para subir, a su lado derecho Rous y en la parte posterior Daniel y Kusimoto. Vienes con nosotros, me dijo Dabada. Ella era fría y manipuladora. No es el momento, voy a casa, respondí. No te dimos la opción a elegir, exclamó Rous -al bajar del auto-. Vayan ustedes, luego los alcanzo, refuté. Seguía mi camino pero me detuve al sentir una mano sobre mi hombro derecho (era la de Rous).
La última vez que sujetó mi hombre fue en unos de los ritos que solíamos hacer en grupo en la casa “Geraldine”. Esta casa pertenecía a Kusimoto el japonés del grupo quien adquirió la propiedad hace tres años cuando llegó a radicar a Australia. Al llegar solo de su natal país, hizo amistad con los ángeles negros, grupo ya conocido en la universidad, y los invitó a vivir con ellos. Posteriormente me propuso vivir en dicha casa pero en mi caso tenía una familia a quien responder. Los ritos que hacíamos cada sábado a media noche consistían en beber sangre de algún animal recién muerto. Cabe decir que estos animales eran comestibles y sacrificados por nosotros para luego beber su sangre en copas de vino. Rito al cual tuve que acceder tras la acción de Rous que significó un milagro para mí, porque regeneró mi pierna una noche, la más oscura que recuerde, cuando al cruzar rieles de ferrocarril se estancó y luego de que sea destrozado apareció él. Sujetó lo que quedaba de pierna y milagrosamente o por obra del demonio me dio una nueva. Ese momento cuando me acompañaba a casa me hizo prometer que esto sería secreto y me invitó a unirme a ellos, a sus ceremonias en casa “Geraldini” sin imaginar las prácticas oscuras realizadas. El primer sábado que asistí a esa casa que más que ello parece una mansión, con muchos adornos de ángeles negros: ángeles, arcángeles y un retrato central de un querubín. Fue la primera vez que los vi a todos juntos y además de intercambiar palabras con algunos de ellos. Cada uno tenía un traje negro. Kusimoto me extendió la mano y me dijo: bienvenida, serás parte del grupo, y yo le pregunté con curiosidad ¿Seré un ángel negro? .A lo que Rous respondió: No a ti te llamaremos la elegida. No me explicaron porqué el término, por eso he pensado que Rayan Cole también al llamarme “La elegida”, sea un nuevo Ángel. Esa misma noche brindamos Sangre. Dabada me sirvió una copa el cual pensé que contenía vino pero al olfatearla me di cuenta que no. Inmediatamente Danielo me dirigió la palabra para decirme que no me preocupara, la sangre no es humana. Todos se reían, parecían unos verdaderos demonios. Me aclararon que ciertas preguntas mías no responderán, pero acepte ser parte de ellos por la diversión y el reconocimiento que tenían en la universidad. No imaginé lo realmente perversos que podrían ser. Pasaron los días y convivía más con ellos. En una ocasión Rous y yo nos encontrábamos fuera de casa en medio de un gran jardín. Empezó a golpear árboles, no entendía su obsesión por derribarlos pero me di cuenta que cada vez lo hacía mejor. Déjame ver tus manos, al verlas me di cuenta de las grandes heridas que presentaba. Entonces le pregunté ¿Por Qué lo haces? .Su respuesta no me la esperaba, la cual fue: Reyna, me preparo para que pronto mi exterior esté de acorde a mi interior. Creí que tanto él y sus amigos eran unos verdaderos locos, aunque me regaló una pierna. Sería entonces realmente un Ángel con algunos poderes sobrenaturales y otros por desarrollar o simplemente un ser humano con un don especial, pensé.
Me necesitaban ese día para llevar a cabo sus planes. Entonces nos dirigíamos a la casa Geraldine, de pronto un carro nos chocó. Salió del Jaguar XJ con unos lentes oscuros y ropa Sport, Rayan Cole. ¡Reyna, te vienes conmigo!, ¡ya!, corrió de una manera no humana y me llevó con fuerza velozmente. Dabada conducía a 180 km por hora. Trataban de alcanzarnos. No entendía porque mis órganos no se comprimían a consecuencia de las aceleraciones a tan alta velocidad. Después de varios minutos de persecución en medio de un lugar desolado los perdimos de vista, pero antes noté el cansancio por su respiración entrecortada y su excesiva transpiración que en mi caso no se produjo. Aquí paremos, estamos fuera de su alcance, expresó con cierta emoción. Estamos en la cima de la montaña azul, dije, con cierta duda. En “Blue Mountains” en busca de la entrada pérdida, me hizo saber. Sujetando mi mano. No sabía porque pero empecé a sentirme segura a su lado a pesar de su rapto. Observa este hermoso lugar, la última vez que estuve aquí, fue hace… Iniciaría a contarme su historia. Hace 5, 10, 100, o 1000 años, todo puedo esperar de ti ser extraño. Contemplaba él en ese momento el sol al atardecer. Nunca te has preguntado ese color rojizo del sol al atardecer, se debe a la difusión de moléculas de gases, me platicó. ¿Y eso qué?, Le pregunté antes de ver ese mismo color en su rostro, piel, hasta verlo desintegrándose por completo sin quedar alguna señal, ni un cabello suyo. Sólo unas palabras: espera la noche.
Pasaba el tiempo y no aparecía, me preocupé pues tenía que regresar a casa, mi padre un hombre conservador nunca permitió a mi hermana ni a mí llegar a mas de las 7:00 p.m., un día común. Una vez Lilibeth, la mayor, no pidió permiso y regresó 8:00 p.m. Ese día fue su último en casa. Discutieron y la votó con sus cosas. Nunca supe más de ella. Temía que me hiciera lo mismo, pero de repente él hizo su aparición. ¿Por qué, porque?, pregunté con demasiada intriga. ¿Porque a tantas cosas?, eso solía preguntarme, expresó dándome la espalda y observando la luna menguante, que apropósito irradiaba mucha luz. ¡Hace frio!, luego exclamó, ven siéntate conmigo, observemos la noche y escúchame con atención, que de ti depende el futuro. Cada vez me sorprendía más, me asustaba menos, y… que se yo. La luz, la vida, tu vida, la mía, la de todos, dependen solo de ti. De tus decisiones a partir de ahora, de tu inteligencia, y de tu compromiso conmigo. Seguía observando la Luna. ¡Yo!, dije con asombro, luego solté una carcajada y enseguida mis rasgos faciales eran las de una persona sería, la más seria. Sólo quiero ir a casa, en ese instante sólo eso deseaba. Si regresamos Reyna, no habrá futuro, peligrarías, me dijo muy asustado. No hasta encontrar la entrada perdida, terminó diciendo. No pude escuchar más, estaba muy asombrada, mi humanidad no comprendía estos acontecimientos, estaban tan fuera de mi alcance. Cada uno entonces se acostó por un lado. Él tampoco pudo hablar más. La entrada perdida sería entonces mi liberación, eso pensaba toda la noche porque no pude pegar un ojo.






Despierta, ser extraño. Vamos encontremos lo que tanto buscas, dije, lo movía pero tenía el sueño tan profundo. Entonces lo observé intentando encontrar algo que me hiciese acertar que fuera un Ángel, ya no uno negro, sino tal vez uno blanco. Era necesario empezar a sacarle algunas prendas, pues físicamente él era totalmente humano, aparentemente. Empecé con el pantalón, me sonrojaba al mirarlo. De pronto escuché su voz, la que me preguntó: ¿que buscas por mis pantalones para saber si soy humano o no?, sonrió. Me sonrojé tanto. Póntelos y hablemos, sus palabras se tornarían muy interesantes. Reyna, soy el Ángel Reencarnado y tú la elegida. Al fin mis dudas se estaban aclarando. Yo solo soy una chica de 18 años que quiere su vida normal, esas palabras me salieron de lo más profundo de mi ser. Realmente no esperaba de la vida tanto, menos ser elegida. Por consiguiente mi curiosidad inmediata fue saber qué misión tenía en el mundo y ¿porque yo? .Reyna, nos han encontrado, ¡sujétate!, gritó. Me llevó otra vez con la misma velocidad, pero fuimos alcanzados rápidamente por Rous y Dabada, quienes nos rodearon, siendo imposible escapar. Ellos se veían normal excepto por sus alas negras que alcanzaban el metro de alto. Rayan me abrazó intentaba protegerme. ¡Vamos!, ¡vamos!...! vamos!, yo puedo. Sus latidos se aceleraron y su piel quemaba (intentaba algo más). Pero estaba tan agotado, que cayó arrodillado, diciéndome: Lo lamento no soy fuerte aún. Empezó a sangrar por la nariz y a quedarse tan blanco como la nieve, ya sobre la tierra. Intenté acercarme a él, para ver si seguía vivo, porque me daba la impresión que ya no, pero ellos me sujetaron uno cada brazo y me llevaron. Mi rostro se empapaba de lágrimas, mis muñecas querían tocarlo, mientras más me alejaba.
Afuera de la casa Geraldine, nos detuvimos. Jugando Soccer Michael, Kusimoto y Danielo. Rara vez Michael se reunía con el grupo. El era totalmente misterioso, llevaba una máscara y unos guantes color piel todo el tiempo. Nunca le escuché palabra alguna. Dicen en la Universidad que desde el primer día llegó así, nadie ha podido conocerlo, incluso los más cercanos. Algunos cuentan que muy pequeño sufrió quemaduras de tercer grado y que una vez los grandulones en los servicios higiénicos intentaron arrebatarle la máscara sin imaginar el grito más lamentable que escucharían, causando en uno de ellos la pérdida total de la audición. La pelota de soccer rebotó sobre mí. Él se acercó a recogerla, mientras lo hacía me plantaba una mirada. Muy cerca de mí, cara a cara, intentó besarme pero se detuvo antes de hacerlo yo. Sus ojos siempre se me hicieron tan familiares. Luego Dabada se dirigió a mí diciendo: Éste sujeto nos permitió ganar la primera guerra, donde acabamos con el Ángel Blanco, Ahora reencarnado pues perdió en la primera oportunidad. Míralo bien Reyna Zkumick que podría ser él, quien apague la luz de la vida y quien permita a nuestro amo negro gobernar. Mientras él se retiraba para seguir jugando Soccer. ! Que esperan entonces!, grité. ¡Ya!, ¡Basta!, exclamó Rous. Hizo una pausa y continúo diciendo: Dirígela a sus aposentos. Reyna, esperaras ahí hasta el sábado a media noche, cuando sea hora de cumplir con mis órdenes. Con Dabada nos dirigíamos al espacio separado para mí, mientras entrabamos a la mansión. Abrió una puerta en donde jamás había cruzado, y seguimos un camino recto, Las paredes estaban llenas de telarañas, ese lugar olía a muerte. Luego bajamos unas gradas, en donde no entraba ningún rayo de luz. Un instante después se prendieron unas antorchas en secuencia, en cada lado lateral de las paredes. Nos detuvimos frente a otra puerta, el cual era la habitación en donde pasaría tres días y dos noches. ¿Me temes?, me preguntó ella. Eres una muñeca de porcelana, ¿no?, la mire desafiante. Mostró entonces parte de su verdadera apariencia, la enfurecí. Me sujetó el cuello, sus hermosos ojos verdes se convirtieron en totalmente oscuros hasta sus globos oculares, y la mitad de su faz también tuvo la misma tonalidad, como especie de tinta china. No te temo Dabada, has tenido oportunidad de hacerme Daño y no has podido. ¡Eso era!, ninguno atentará contra mí puesto que no pueden, al menos no por el momento, pensé. No te creas tan lista (me lo decía aún con esa demoniaca apariencia y una voz muy fina pero siniestra), antes que la luna se pinte de Sangre por completo, tu y yo nos enfrentaremos, te haré pedazos. Kusimoto hizo su aparición, llegó con ropa para mí y objetos para uso personal. Me lo entregó y me arrojó a ese pequeño cuarto, encerrándome. Se escucharon algunas palabras, en donde él le decía: ¡Cálmate!, no agotes tus poderes, aún somos débiles. Acabaré con esa p… antes que la luna se pinte de Sangre.







Una luz interrumpió mi sueño. Era Danielo quien encendió una lámpara en el cuarto donde me encontraba. Extendió su mano para brindarme un plato de frijoles, me sonrió y me dijo: Así fui de Bueno con Hipatía Kcam (¡), mira esa imagen atrás de ti, ella crucificada y el Ángel Blanco… ¿lo ves en algún Lado? La imagen yacía sobre un muro, en la cual se observaba a una mujer hermosa, totalmente desnuda, con heridas en todo el cuerpo y crucificada. La luna roja, más roja que la sangre; y para mi sorpresa la imagen de Michael cerca de la cruz alzando las manos hacia el cielo ¿Qué significa esto?, estuve anonadada. Hipatía Kcam fue la primera elegida, pero su error fue confiar en el Ángel blanco, con su derrota destinó a la humanidad a envejecer y a vivir menos años. Ahora con la tuya la vida se extinguirá por completo. Gabriel es su verdadero nombre, lleva sobre él la culpa por haber perdido, por enamorarse enteramente de ella. Mañana a medianoche, empezará la función (termino diciendo). ¡Hey!, antes que te vayas, ¡escúchame!, sabes no suelo hacer nada por mí, pero por las personas que más quiero haría todo, aunque tenga que ser clavada en una cruz, ¡no moriré! Sinceramente ni yo me creía mis palabras, pero sentía mi alma llena de fuerza.

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